La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, conocida también como la Purísima Concepción, es un dogma de la Iglesia católica decretado en 1854 que sostiene que la Virgen María estuvo libre del pecado original desde el primer momento de su concepción por los méritos de su hijo Jesucristo, recogiendo de esta manera el sentir de dos mil años de tradición cristiana al respecto. Se celebra el 8 de diciembre, nueve meses antes de la celebración de la Natividad de la Virgen el 8 de septiembre. En el XI Concilio de Toledo el rey visigodo Wamba ya era titulado «Defensor de la Purísima Concepción de María», abriendo una línea de fieles devotos entre los reyes hispanos. Monarcas como Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, Jaime II de Aragón. El emperador Carlos I o su hijo Felipe II fueron fieles devotos de la Inmaculada y portaron su estandarte en sus campañas militares. La victoria en la batalla de Empel contra los protestantes de los Países Bajos en 1585 se atribuye a la intercesión milagrosa de la Inmaculada. Durante la celebración de dicha festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864, como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España. Es patrona del Arma de Infantería del Ejército Español desde el año 1892 por Real Orden de la Reina doña María Cristina. Este patronazgo tiene su origen en el Milagro de Empel, la gran victoria española en las guerras en Flandes.
El 7 de Diciembre de 1585 en Empel, Flandes . Un Tercio viejo español defendía el monte de Empel en una pequeña isla holandesa. El Tercio de Francisco de Bobadilla se encuentra bloqueado por la escuadra holandesa, y abocado al fracaso o rendirse, con entereza, llama a los capitanes y soldados exhortándoles “a rezar para que Dios los librase del espantoso peligro en que estaban”. El almirante Holandes Holak , propuso a los españoles la rendición con honores conservando armas y estandarte. Francisco de Bobadilla, le respondió: “los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra, ya hablaremos de capitulación después de muertos. Ante tal respuesta el almirante Holak ordenó abrir los diques de los ríos para inundar el campamento español. Sólo quedó el pequeño monte de Empel donde se refugiaron los soldados del Tercio. Un soldado del Tercio, cavando una trinchera, encuentra una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción.
Considerando este hecho como una señal divina, los soldados se encomiendan a la Virgen. Aquella noche, un viento helado hace que las aguas del río se hielen parcialmente. Entonces, los soldados españoles, marchando sobre hielo, atacaron a la escuadra enemiga al amanecer del 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Hollak llegó a decir: «tal parece que Dios es español al obrar para mí tan grande milagro». Desde entonces la Inmaculada Concepción fue patrona de los tercios españoles y más tarde de la infantería española.
Hoy en España a 8 de diciembre de 2024, podemos seguir diciendo, “siempre nos quedará la Fiel Infantería”.